...Cuando un demonio también se enamora...

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lunes, 17 de mayo de 2010

Sentimientos.

Hace tiempo que me había resignado a vivir así.
La culpa me atormentaba cada día, algo raro siendo un demonio.
Pero hoy emanaba de cada poro de mi piel mas que nunca.
Culpa.
Por toda la gente que he matado a lo largo de mi eterna existencia, vergüenza por ser hijo de unos de los demonios mas crueles e importantes que pueden existir...
Y no sabía por qué.
Es decir, hace bastante tiempo que yo no estaba al servicio de la oscuridad, por así llamarle, pero hoy sentía una necesidad apremiante por haber sido bueno, por haber sido mejor.
Eso era precisamente lo que no me podía explicar.
Demaciados años habían pasado desde que había entendido que yo soy lo que soy y eso no puedo cambiarlo por nada del mundo.
Lo único que puedo hacer es cambiar mis acciones para sentirme bien conmigo mismo.
Por eso técnicamente ya no era un demonio activo por así decirlo, pero por mucho que lo intentará la vena malvada siempre estaría en mi. Es algo que no se puede evitar.
Y hoy sentía que hasta eso debía remediarlo, de algún modo. Y la sensación no me gustaba absolutamente en nada.
Está bien, yo había decidido por cuenta propia no cooperar para hacer mas mal en este mundo, pero me gusta la oscuridad.
Me gusta la soledad, y debes en vez reírme de uno que otro problemilla que tienen los inútiles humanos cuando... cuando se lo merecen.
Y además soy irónico, cruel, serio, hipócrita, frío y totalmente bueno para hacer sentir mal
Y soy feliz con eso. Si es que sintiera felicidad claro.
A lo más, puedo sentir placer. Sería lo único "bonito" que se sentir.
Lo demás simplemente... Los demonios no podemos sentirlo. Al menos que ocurra algo increíble para que podamos.
Pero hoy estaba... ansioso. Algo extraño para una persona como yo que no se deja inmutar por nada.
Suspiré teatralmente y caminé a lo que sería mi nuevo "colegio".
Últimamente había estado disfrutando demaciado con hacer justicia a mi modo. Tenía un placer especial por hacer sentir extremadamente mal a los humanos que lo son a conciencia, y en este ultimo tiempo no había sido muy objetivo que digamos.
Así que aquí estaba, autoimponiendome un castigo.
Y que peor castigo que asistir diariamente a un lugar en el que practicamente igualan los métodos de tortura del mismo infierno solo que los humanos concientemente no lo descubren aun.
Ja! Si supieran que la mayoría de los inspectores o directores que trabajan en los "centros de educción" son demonios de muy bajo nivel, extremadamente aburridos, que incordian la mente de los tontos jóvenes humanos con la escusa de "hacer su trabajo" pero que en realidad es su forma de reírse de ellos.
Incluso antes de que llegara al colegio, y gracias a mi agudo sentido del olfato, tan desarrollado como los otros sentidos, pude oler el suave olor a pastel de manzana que salía de algún lugar del colegio, probablemente de la cocina.
Y eso me puso... ansioso, otra vez.
Estúpidamente, y como nunca, me detuve sin saber el por qué ante un gran ventanal oscuro que me reflejaba para poder mirar como estaba.
¿Que diablos me ocurría hoy?
Pero seguí mirándome. Algo me decía que si hoy no me veía... bien, lo lamentaría por el resto de mi vida.
Y mi vida nunca terminara.
Contemplé aburrido mi pelo negro azabache, mi piel bronseada por naturaleza y mis ojos color azul marino. Mis rasgos, a pesar de aparentar 17 años, eran toscos, demaciado rudos comparados con la cara de bebes de los chicos humanos, y mi 1,80 junto a mis músculos destacaban bastante en comparación con los flacuchos con los cuales tendría que pasar desapersivido.
A pesar de la apariencia de mi edad, había corrompido en muchos matrimonios, había alejado a unas cuantas mujeres religiosas de su vocación, desatado peleas entre amigas para al final no quedarme con ninguna y disfrutado en muchos lechos a través de los años.
Pero hoy eso no me gustaba. Sentía que eso me hacía todavía menos digno...
Pero digno de que mierda?
Esta sensación me estaba molestando cada vez más.
"Eres un maldito marica" me recriminé mentalmente al ver que seguía parado al frente de mi reflejo y continué rápidamente hasta que entre al colegio.
Hablé brevemente con la directora, una humana con una vena de crueldad marcada en cada parte de su ser, que no me dijo nada por incorporarme el primer día de clases recién a las 12 del día.
La suerte de ser un demonio, tener poderes y ninguna inhivición para ocuparlos.
Iba pasando por un pasillo largo que me llevaría directo hacia mi próxima clase, Arte como alumno de último año, cuando de repente el mundo se paró y mi maldito corazón comenzó a latir a mi por hora sin que pudiese hacer nada por acompazarlo.
Unos cuantos metros mas allá había un chica bastante bajita, como de 1,50, de puntillas para sacar sus materiales de su casillero.
Y era hermosa, verdaderamente hermosa.
No como esas niñitas esqueléticas que muestran en las pasarelas.
Su belleza era tan natural, y ella era tan fuera de lo común... Tenía el cabello castaño rojizo, al cual mis visión ultra desarrollada le pudo distinguir mas de siete matices distintos. Su pequeña nariz era ligeramente respingona, haciéndola parecer adorable, sus labios eran mas gruesos de lo normal, de esos labios-pucheros que dan ganas de besar inmediatamente. su estructura osea era pequeña, sin embargo estaba bastante desarrollada para su estatura y sus caderas eran mas anchas de lo común, lo que le daban un aire sexy.
Y estaban sus ojos. Sus venditos, grandes, y hermosos ojos con un color-mezcla entre gris, café y violeta que estaban concentrados en este momento buscando quien sabe que.
Supe claramente el por qué de todas esas estupideces que había sentido hoy día y, de repente, entendí con claridad que era una leve anticipación de como me sentía ahora.
Sucio. Poca cosa. Ruin. Entre muchas otras cosas.
Y también me sentía mal, porque en menos de tres segundos había comenzado a sentir ternura con tan solo mirar sus ojos, emoción, por el simple hecho de que ella existiera, sorpresa, ganas de protegerla de lo que fuera, deseo por hacerla feliz de todas las maneras en las que un hombre puede hacer feliz a una mujer, cariño, simpatía, curiosidad...
Pero sabía que lo mas peligroso al rededor suyo era yo. Estaba completamente consiente de que nunca podría hacerla feliz porque...
Soy un demonio. Simple.
Al parecer acababa de sufrir amor a primera vista, a sabiendas de que los demonios no sentían amor.
Y sentía un inmenso dolor porque yo había hecho tantas cosas malas... Siempre he sido un ser egoísta, y en estos momentos lo único que quería hacer era raptarla, que nadie mas la viera porque ella es mía. Quería que ella me viera y sintiera exactamente lo mismo que yo, que me amara y adorara por sobre todas las cosas. Pero... ¿quien puede amar a un demonio? ¿A un ser que fue creado para hacer mal en el mundo y en el cual es su naturaleza ser así?
Mi corazón antes galopante se rompió cruelmente sin ningún aviso.
Como si la pena de todas esas mujeres a las que había dejado a propósito para que se sintieran mal callera toda junta sobre mi de un sopetón.
Y todo eso en ese breve tiempo.
Vi como la chica comenzaba a girarse hacia mi por completo así que puse mi mejor cara de arrogante-mejor-que-tú y comencé a avanzar otra vez aunque casi me morí ahí mismo cuando sus ojos al fin se encontraron con los míos.
Al instante su expresión fue una mescla entre curiosidad sana y vergüenza por pillarla mirándome pero, al ver mi expresión burlona y antipática sus mejillas se cubrieron de un leve rubor y sus ojos exprezaron claramente sorpresa y...
¿tristeza?
Mierda! Ya la estoy cagando de lo mejor.
Pero era mi manera de defenderme de todo esto. Jamás había sentido tantas emociones juntas y de esa magnitud, y me sentía (que absurdo suena en mi) vulnerable y expuesto, como nunca antes.
Yo quería que ella me amase antes de saber mis sentimientos. Si ella no me quisiera eso me mataría.
Sin embargo... ¿Tenía yo el derecho de que ella sintiera algo por mi?
Me sentía tan poca cosa y eso no me gustaba. Y además, quizá n isiquera sea de su gusto.
Agh...
Apuré el paso y entre rápidamente a la sala en la que me tocaba clases y ahí me paré en seco.
Una profesora freak al punto máximo, así como la profesora de adivinasión de Harry Potter, era la que hacía la clase y mientras me saludaba me giré sorprendido al escuchar el ruido de la puerta.
Era ella. Me había seguido, pensé estúpidamente emocionado.
- Ammy, llegas tarde otra vez. - la reprendió la profesora con amabilidad.
¡¿Qué?! Ella se veía tan joven... no podía ir en el mismo curso que yo...
- Lo siento, Srta. Camil, pero los materiales se me habían quedado demaciado al fondo y... bueno, no los alcanzaba. - sus mejillas se habían teñido un poco al dar la explicación y lo hicieron mas aun cuando ella notó que yo estaba ahí.
Y yo estaba perdido por lo musical que sonaba su dulce voz. Diablos! Ella era preciosa, todo en ella lo era.
Su olor era himnotizante, me recordaba a un chicle al que fui adicto durante cuatro décadas y que todavía me traía buenos recuerdos. Quizá los únicos buenos que tenía.
Y yo soy un maldito imbécil que no vale la pena...
Ammy, su nombre me hacía pensar en inocencia y en tardes bajo el sol, fue a sentarse rápidamente en el penúltimo lugar que había en la fila de la ventana.
- Muy bien, - comenzó a decir la profesora. - usted debe ser el Sr. ...
- Damian Pierotti. - le respondí. Mi voz sonaba ligeramente mas ronca de lo normal.
- Ok. ¿Y qué puedes decirnos de ti, Damian?
Miré de reojo a Ammy, que miraba un poco enojada a una chica que estaba unos bancos mas allá mirándome con cara de hambre.
Mmmm...
Ammy negó levemente con la cabeza, río bajito, y miró por la ventana mientras se hundía en su asiento.
Eso me irritó un poco. Yo quería su atención completa.
- Pues... He viajado bastante. - A todas las chicas les gusta preguntarme de los otros lugares. Esperaba que la hermosa Ammy no fuera la excepción. - Tengo una moto, toco piano, hago fotografía y... eso. - Les dirigí una mirada sexy a las chicas del aula, que comenzaron o a hiper ventilar o reirse tontamente.
Lo mismo de siempre.
Sin embargo Ammy no. A penas me había prestado atención, por lo que cuando me miró al fin estaba enojado y la miré despectiva y fríamente. Miró rápidamente hacia otro lado, avergonzada.
¿De verdad creía que ella iba a reaccionar como las otras chicas? Cuando era tan obvio que ellas es totalmente distinta a las tontas humanas de siempre.
La profesora me mandó a sentar justo al último banco de la fila de la ventana, o sea, detrás de Ammy.
Sin comprender muy bien del todo y, sorprendido, sentí una oleada de simpatía por la profesora.
Podría estar cerca de Ammy, pensé alegre.
Pero la clase comenzó, el tiempo transcurrió y todos los alumnos del aula volvieron a mirarme repetidas veces. Menos Ammy.
Y yo lo único que quería era que ella se diera cuenta de que existo, que milagrosa e increiblemente se enamore rápidamente de mi y que... no me deje. Nunca.
Pero las cosas nunca han sido fáciles y, a pesar de que lo quiera con todo mi ser, no me lo meresco.
Y esto me estaba doliendo.

6 comentarios:

  1. Waaaa! maravilloso como siempre, espero el otro :) te quedo genial!

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  2. de acuerdo contigo angiee waaaaaaaa!!!! geniaaalisioso jajajaja aaa me encanta damiaaan !!!!!!!!

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  3. Estubo A Otro Nivel!!!!
    me encanta y qué hermoso lo relataste!
    Besos Scar

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  4. Aaaaaaaarw :3 me encantaa ! estaa demaciadooo geniaaaaaal (HH) ! ame todooooo (R) subbe luegoo !

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  5. Me encantaaa!! Es... genial!!
    Bss

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