...Cuando un demonio también se enamora...

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sábado, 12 de marzo de 2011

Besos y Sentimientos.

 Siento la tardanza. Muchas cosas han pasado. Entre otras, que se me había echado a perder el programa con el que escribo y había perdido ¡TODO! Pero no se alarmen, que ya lo recuperé :D! En fin, creo que lo interesante acá es la historia jajaja. Y espero que disfruten este cap. tanto como disfruté yo el hacerlo.
________________________________________


Pero sorprendentemente, Ammy no dijo nada.
Después de que Zadquiel se marchara, se quedó mirándome fijamente bastante rato, tanto que me puse nervioso, y después murmuró algo de que lamentablemente ella no tenía derecho a inmiscuirse en mis asuntos.
Y de eso, ya han pasado dos semanas.
Dos semanas en las que yo he estado sumamente alerta, esperando cualquier señal de mis "queridos hermanos", que van a llegar a destruirlo todo.
Dos semanas agridulces en la que, no se si para mi suerte o no, he seguido con la farsa de que soy el novio de Ammy.
Pensé en cortar todo y aislarme otra vez pero, a pesar de todo, no podía dejar a Ammy tirada para que cayera nuevamente en las garras de Patrick.
No podía porque no sería bueno. Y los celos me carcomerían, entre otras cosas.
No puedes porque en realidad ya no vas a sobrevivir sin estar cerca de ella.
Pero sigue siendo solo eso. Una fachada.
Cuando estamos solos casi no nos hablamos, al menos que sea estrictamente necesario.
Ella hace los deberes mientras yo saco algunas fotografías.
Yo leo algo mientras ella escucha música.
Solo cuando vemos que se acerca alguien nos acercamos el uno al otro y simulamos estar perdidos en los ojos del otro.
Bueno, Ammy lo disimula.
Yo con solo mirarla siento que, tontamente, me tiemblan las rodillas y los huesos se me vuelven de goma.
- Damian.
- ¿Qué pasa? - estaba escribiendo un ensayo que nos había dado de tarea el profesor de lenguaje.
Ammy estaba sentada al lado mío, con su ¡pod y los parlantes ya que habíamos descubierto que a ambos nos gusta la misma música.
Lisztomania, de Phoenix, estaba sonando en esos momentos.
- Patrick y sus amigos se están acercando hacia acá. - dijo mientras me señalaba a un grupito de unos seis niños que se dirigían hacia donde estábamos nosotros, sentados en el pasto.
Oh, mierda.
Levanté la cabeza lentamente y miré a Ammy los ojos.
- No podemos soltar todo y abrazarnos. - le sonreí. - Sería muy notorio.
De lejos parecía que le estuviese diciendo cualquier otra cosa.
Algo cariñoso. Algo típico de dos novios.
Si lo fuésemos yo le estaría diciendo algo como: "Eres la cosita más linda que he visto en mi vida, con tus ojos tricolor y la luz del sol acariciando tu cabello".
Pero no puedo, claro. Se espantaría.
Ammy se acercó y me tocó la punta de la nariz con su pequeño dedo.
- Lo sé. Se supone que ahora nos estamos diciendo algo tierno, ¿no? - a pesar de las palabras lo dijo riendo, para que pareciera que nos estábamos divirtiendo.
- Mmm... - una idea estaba surgiendo rápidamente en mi cabeza.
- ¿Qué?
- Que te parece algo como ¡esto! - me reí mientras la tomaba fácilmente de la cintura y comenzaba a hacerle cosquillas.
Y, para mi suerte, Ammy de verdad es cosquillosa.
- No, ay no... Damian... ay, para, por favor, es que... me las vas... a pagar. - me decía a duras penas entre risa y risa.
Me olvidé de todo y comencé a divertirme yo también. De verdad.
Estaba disfrutando hacerle cosquillas a Ammy, escuchar su risa, poder tocarla.
- ¡Qué nunca dejan de tocarse o hacer estupideces! - exclamó Patrick mientras pasaba cerca de nosotros.
- Claro que no, somos novios. - le respondí con una sonrisa, muy pagado de mi mismo.
- Pues a veces no lo parece. - la sonrisa de Patrick era fría y vengativa.
- ¿A qué te refieres? - le preguntó Ammy mientras se enderezaba y, para mi sorpresa, me daba un tierno beso en la mejilla antes de apoyar su cabecita en mi hombro.
Ay... Vamos, Damian. Se supone que esto lo hace siempre. No tienes que ponerte nervioso. Ni rojo. Ni nada. 
Pero era la primera vez que Ammy me tocaba por voluntad propia.
- Nunca los vemos besarse. Y cuando se supone que están solos cada uno está sumido en lo suyo.
- Si eres de esos malditos psicópatas que se excitan viendo a las parejas besarse, siento no poder ser de tu ayuda. - le dije riendo. - Naah, a quién engaño, no lo siento.
- Ja, ja, Pierotti. Sin embargo eso no explica que cuando "están solos" prácticamente ni se miran.
- No necesitamos parecer lapas  para ser felices, Patrick, cosa que tú no entiendes. - le respondió descaradamente mi Ammy. - En una relación hay tantas palabras como silencio. Lo importante es que te sientas cómodo con la otra persona en ambos casos. Si tus relaciones han sido tan inmaduras o tan calientes que no puedes comprender eso, mala suerte.
Traté de evitarlo, sin embargo la carcajada escapo de mis labios antes de que pudiera hacer cualquier otra cosa.
- Eres una...
Sin embargo el odioso niñato de Patrick no alcanzó a decir más porque me puse de pie inmediatamente y lo tiré del cuello de su camiseta.
- Recuerdas qué te dije la otra vez, ¿no? - le pregunté con la voz simulando falsa tranquilidad.
- S...si. - me respondió Patrick, que al parecer ya se estaba arrepintiendo de haber ido a atacarnos.
- ¿Entonces por qué eres tan imbécil cómo para acercarte siquiera?
- ¿Y tú por qué te alteras tanto?
Oh, mierda.
Punto a favor del niñato.
- Déjalo, amor - me dijo Ammy con su dulce voz mientras se ponía de pie. - Si quiere ver un beso, le daremos en el gusto.
Y entonces, sorprendentemente, maravillosamente mejor dicho, me tiró del brazo para que me agachara, y me beso.
A mi.
Ella.
Me beso.
A mi.
Enserio.
Wow.
Al fin podía sentir sus labios junto a los míos.
Me olvidé de la audiencia.
Me olvide de que era todo era una mentira.
Simplemente éramos ella y yo, suspiré mentalmente mientras me giraba un poco para poder rodearle su cintura con mis brazos.
¡Esto no es real! Gritaba un parte de mi conciencia.
Pero...
A quién diablos le importaba. Cargaría con las consecuencias después.
El dulce sabor de sus labios me tenía drogado.
Y sabía perfectamente que sería adicto a esto y sufriría el sindrome de abstinencia por siempre.
Terminamos el beso suavemente. A regañadientes.
Sentí que Ammy tampoco quería dejar de besarme.
Solo es una ilusión.
Independiente de eso, sería algo que voy a recordar por el resto de mi existencia.
A pesar de que habíamos terminado de besarnos, yo no había soltado aun a Ammy de mi abrazo, por lo que, dulcemente, y creo que porque posiblemente estaba roja de vergüenza, escondió su cabecita en mi pecho.
- ¿Y bien? ¿Qué decías Patrick? - le pregunté con una sonrisa de oreja a oreja.
- Supongo... supongo que los dejaré tranquilos de ahora en adelante. - No podía creer que el bastardo ese estuviese diciendo algo coherente. Bueno, cosas raras habían pasado en el día. -  Ese beso era más sentimental que los de las películas.
Ah...
Mierda.
- Creo que harías bien en dejarnos tranquilos. Por las buenas, ahora que puedes.
No fue necesario decir algo más. Patrick miró al resto de chicos con los que iba y, como si estuviesen sincronizados, todos se marcharon de lugar al mismo tiempo.
Y ahora...
Ahora venía lo difícil.
Con ese beso las cosas iban a cambiar.
Respira, Damian, vamos, tu puedes.
Lo que no podría hacer sería seguir fingiendo como si yo no sintiera y a la vez seguir tan cerca de ella con toda esta farsa.
- Creo que te debo una disculpa. - me susurró Ammy mientras se salía de mi abrazo y se sentaba en el suelo.
Tensé la mandíbula fuertemente.
Ella se arrepentía.
¡Maldición!
Preferí mantenerme en silencio mientras la miraba intentando ser amable para que siguiera hablando.
A pesar de que me dolía como ácido hirviendo tener que simular que no me afectaba todo esto.
Que poder sentir sus labios había sido la experiencia más bonita de toda mi existencia. Y ella se arrepentía.
- Yo... ya sé, que no debí, Damian. Perdón. En ningún momento cuando accediste a ayudarme quedamos en que... bueno, en que yo te podría besar y todo... Solo sería tomarse de las manos de vez en cuando, y eso, y no debí, lo se, pero...
- Pero... - Ammy pensaba que yo estaba molesto.
- Creo que no debemos seguir con la farsa, Damian.
Ok.
- Después de esto, te dejaran tranquila completamente, Ammy. En cambio si terminamos con todo esto va a dar mucho más que hablar.
- Lo sé. - En todo el rato que llevábamos hablando no había sido capaz de mirarme a la cara.
- ¿Entonces?
- Yo no puedo seguir cerca tuyo fingiendo como si nada hubiese pasado.
- ¿A qué te refieres?
Ammy levantó lentamente la cabeza y me miró con sus bellos ojos cargados de tristeza.
- Me refiero a que estoy enamorada de ti, Damian. Creo que desde mucho antes que me ayudaras con toda esta farsa. Y, te lo agradezco de corazón, todo lo que has echo por mi, de verdad, pero no puedo seguir estando tan cerca tuyo sabiendo que todo es falso. No puedo. Y, por supuesto que no es tu culpa, claro. Eres el tipo de hombre con el que cualquier chica soñaría. - se río sin alegría. - Y lamentablemente me encanta todo de ti, incluso que seas tierno y finjas no serlo. El que a pesar de todo creas en mí. El hecho de que adores a tu perra a pesar de que, si soy sincera, junto con mi perro son las cosas más feas que han existido. Pero creo que a pesar de que ahora nos llevamos mejor, me has dejado bastante claro siempre que yo no te intereso. Lo entiendo perfectamente, por supuesto. Y creo que con esto que te estoy diciendo ahora será... peor. Además de que hay que sumar el hecho de que ya no voy a ser capaz de mirarte a los ojos sin avergonzarme, recordar que te bese, que te dije todo esto y que, en fin, técnicamente hice el ridículo con la situación y con todo en sí.
Yo...
Estaba mudo.
Estaba sorprendido.
Estaba en éxtasis.
Ella me quiere.
Y no puedo entender por qué. 
Ah, conciencia, cierra la boca.
Una tonta, absurda sonrisa, comenzó a aflorar en mis labios.
- ¿Me quieres? - le pregunté.
Supongo que estaba en algún grado de imbecilidad extrema.
Espero que no me dure mucho tiempo.
- Pues, si. Creo que eso era lo que te estaba intentado decir. - se río. - ¿No estás enojado?
- Claro que no. - le respondí aun con la sonrisa en mi cara.
Entonces recordé un, detallito, muy pequeñito.
Soy un demonio al cual sus dos hermanos mucho más poderosos quieren matar.
Ah...
- Pues...
- Escucha, Ammy. - comencé a decirle ahora serio. - Yo... llevó enamorado desde ese día que llegué a estudiar acá y te vi de puntitas intentando alcanzar las cosas de tu casillero. Pero. - le hice una seña con la mano para que me dejase continuar. - Antes de decir o hacer cualquier cosa necesito... hacer algo.
- ¿Qué cosa, Damian?
- Necesito decirte qué soy.

lunes, 24 de enero de 2011

Amenasas y Zadquiel.

- Entonces... tú y Ammy. Wow. - la cara de Jannet era una mezcla entre confusión, sorpresa y... alegría, creo.
- Si... Ya sabes lo timida que es....
- Y además tu has estado todo el tiempo simulando que no sientes nada por ella.
- Pensaba que ella no sentía lo mismo por mi. - Mierda. Esto, es cierto. Ella NO siente lo mismo por mi. En realidad esto de simular ya no me esta resultando tan "buena idea", es decir, claro, podría estar mas cerca de ella pero... saber que todo eso no sería cierto... daña.
- Bueno, pero la cosa es que ahora están juntos. Eso es lo que importa...
- Claaaaro...
Seguimos escribiendo lo que nos correspondía de la clase. Cuando tocaran el timbre tenía que ir a buscar a Ammy.
Prueba uno, Jannet, superada.
Salí rápidamente una vez que tocaron el timbre y me apoyé casualmente en la pared cercana al aula en la cual estaba Ammy. Cuando salió, con las mejillas sonrosadas y dos chicas mas a su lado supe que ella también había estado "contando de nuestro maravilloso nofiasco".
Bien. Que empiece la tortura china.
- Hola, cariño, ¿me extrañaste? - le pregunté a Ammy mientras le daba un beso en la frente  la tomaba de la mano.
Y Ammy... no reaccionó. Por lo menos no al principio.
Simplemente se quedó allí, como en blanco, por unos cuantos segundos. Y después no había manera de disimular el color rojo de su cara.
- Ah, yo... uh. Si. - balbuceó mientras escondía la cabeza en mi pecho. Las chicas que iban con ella y que estaban a unos pasos se rieron tontamente.
- Ammy es muy timida. - me dijo una de ellas.
- Si, me he dado cuenta. - les respondí aparentemente tranquilo. - Quizá le de vergüenza que la vean conmigo. - pusé cara de perrito callejero. - ¿ustedes que piensan chicas?
- Oh, no...
- A nadie podría darle vergüenza estar contigo.
- Y Ammy está loca por ti.
- Si, siempre está esperando con ansias la clase de fotografía desde que eres su tutor.
Interesante dato.
- Ya, chicas. - Ammy estaba mas roja aun, si es que eso era posible. - Damian ya sabe todo eso, ¿cierto amor? - me dijo un fingido tono meloso mientras me apretaba fuertemente la mano.
- Si, lo sé. Está tan enamorada de mi como yo de ella.
En tus sueños, Pierotti, en tus sueños...
- Aww. Hacen una pareja tan linda. - nos dijo una de las chicas. - Debería provar eso de estudiar más... Haber si conosco a un chico mas grande que sea así.
- Dudo mucho que puedas encontrar a alguien como Damian, Cyntia. Él es único. Y es mío.
Respira, hombre, respira. Vamos. inhalar, exalar. Es simple. 
No te subas a las nuves por eso que bien sabes que los "de arriba" no te quieren por allí.
- Gracias. - le dije sincero e intentando disimular que eso me había emocionado.
- Sabes que es cierto. - me sonrió Ammy.
Después de eso nos despedimos de las chicas y nos fuimos al patio. De la mano.
La fase dos acababa de entrar en acción.
Por favor, que no te sude la mano por los nervios como a los niños pequeños...
- ¿Hablaste con Jannet? - me preguntó Ammy después de un rato.
- Si.
- ¿Y como se lo tomó?
- Bastante bien, para serte sincero. Me felicitó. - le respondí mientras notaba que mas de una cabeza se daba vuelta a mirarnos estupefactos.
- Uh... Ya.
- ¿Qué? - le pregunté curioso.
- Es que... Después de que hubo un tiempo en el que parecían lapas tú y ella... No sé, es extraño que se lo haya tomado tan bien.
- A Jannet nunca le interesé, Ammy. Era solo por ser la novedad aquí.
- No puedo creerlo, así que era cierto, Ammy. - una voz se hizo mas fuerte entre un grupo que estaba cerca de donde estabamos nosotros.
Y el que había hablado era Patrick.
Sinceramente, no sabía si molerlo a golpes o abrazar al chico. Gracias a él yo podía ir en estos momentos perfectamente feliz de la mano con Ammy.
Piensa, Damian...
Nah, los golpes. Definitivamente.
Pero todavía no.
- Por supuesto que era cierto, Patrick, ¿qué esperabas?
- De ti, cualquier estupides, Ammy.
- ¿Algún problema con mi novia...? - dejé la pregunta inconclusa y me di la vuelta para mirar tiernamente a Ammy. - ¿Cómo dijiste que se llamaba esta basura, amor?
- Patrick.
- Ah... Entonces, Patrick. ¿Algún problema con MI novia? Puedes hablarlo conmigo.
Todos los que estaban cerca se habían parado a ver que pasaba con nosotros tres.
Genial, me veía envuelto en un escandalo amoroso de secundaria.
Yupi.
Mi gozo en un pozo.
- Nada de tu incumbencia, Periotti. - me respondió Patrick molesto.
Solté suavemente la mano de Ammy y me acerqué a la basura humana esa hasta quedar solo a unos pocos centimetros.
- Veras, pequeño bastardo, cualquier cosa en la que te relaciones con Ammy es mi problema, no sé si te queda claro, espero que la mente te dé lo suficiente como para que puedas entenderlo. No me importa de quién mierda seas hijo, sobrino o cualquier lazo de sangre que tengas con "alguien importante" porque te aseguro que no están por ensima de mi familia. - me detube un momento para sonreirle fríamente. El chico estaba que se meaba. - Así que te aconsejo que te mantengas lo mas alejado posible de Ammy... por tu bien. Además, en una pelea, ¿crees sinceramente que podrías conmigo? - le terminé preguntando mientras lo miraba despectivamente. - ¿Te quedó claro?
- S-si.
- Así me gusta. Así que si vuelves a tratar de mentirosa a Ammy. No, mejor dicho si osas si quiera pensar en Ammy dile adiós a tus dientes y tu rostro de falso niño rico. ¿Ok?
Un silencio sepulcral se había hecho en todos los que estaban mirando anonadados la amenaza que le había hecho a Patrick.
Ignoré a todos los presentes y caminé lentamente hasta donde estaba Ammy, que también me estaba mirando estupefacta.
- ¿Nos vamos, pequeña? - le pregunté tranquilamente. - Tengo hambre.
- Claro. - me sonrió dulcemente. Sin embargo, después de avansar dos pasos entre la multitud que se había acercado a nosotros, Ammy se dio la vuelta y miró a Patrick despectivamente. - Te dije que mi novio es celoso, Patrick. Así que si yo fuera tú le haría caso.
Wow.
Si soy celoso.
No soy su novio.
Pero te mueres por serlo, Damian.  
Ah... Maldita voz de la conciencia. Ahora no.
Fue cuando al fín estubimos bien lejos de la gente cuando suavemente y a regañadientes le solté la mano a Ammy  y me senté en un banquito bastante alejado que había en el patio.
- Eso estubo... wow. - me dijo Ammy al fin, que se había quedado de pie al frente mío. - No creo que vuelva a dirigirme la palabra otra vez en mi vida... Lo cual es algo bueno. Gracias, Damian.
Quería besarla.
Diablos, tenía tantas ganas de besarla en esos momentos.
Con suerte había podido entender parte de lo que me había dicho. Yo estaba mirandole los labios, sus lindos labios que se entreabrían con cada palabra que decía.
Ah...
- De nada. Fue divertido. - le dije con la voz ronca por las fuertes ganas que tenía de tomarla entre mis brazos y besarla, pero que disimulé cómo un gruñido.
- Oh... ¿De verdad tienes hambre o solo era una escusa? - me preguntó nerviosa.
- Pués... Si, tengo un poco de hambre. - No entendía a que iba todo esto.
- Esperame.
Y sin más, se fue rápidamente a quién sabe dónde.
Bueno, eso me daba un poco de tiempo para calmarme.
No podía cagarla. No justo ahora.
- Damian.
Oh, no.
Un chico de unos 16 años estaba al lado mío. No era muy llamativo, con sus jeans y zapatillas gastados, y la camiseta morada manga corta que le marcaban musculos a pesar de  la edad. Tenía el pelo castaño y liso, y los ojos color pardo.
- ¿Zadquiel? ¿Qué haces acá? - Zadquiel es el único arcangel que podría llamar "amigo", ya que siempre me ha ayudado, aunque núnca he tenido claro el por qué.
Lo que si siempre tengo presente es que, de no ser por él, mis hermanos me hubiesen matado hace años.
- Desde hace meses que me has llamado la atención, Damian. ¿Es cierto?
- ¿Q-qué cosa?
- ¿Estás enamorado? ¿De verdad sientes... puedes sentir algo así?
- Uh... Si, Zadquiel. Puedo.
- Wooow... Es... genial.
- En realidad, no. Ella no siente lo mismo. - le expliqué apenado.
- Tu crees eso. Y te sientes pésimo. Tus ondas negativas son fuertisimas. Pero no puedes estar seguro de lo que siente ella, Damian.
- Bueno, de todos modos, soy un demonio, Zadquiel. No soy+ bueno para ella.
- Mmm... ¿Ya han venido? - me preguntó curioso.
- ¿Quienes?
- El sequito de tu padre. Con esto de que "se enteró" de que estas vivo gracias a ese demonio de cuarta...
- Ah, ¿Le dio el mensaje?
- Si. Se lo dio. Se supone que vendrán a buscarte, Damian. ¿Qué vas a hacer?
Ammy.
Oh, no.
Si ellos venían... Sería para destruir todo. Lo más probable era que mi padre me dejara tranquilo. Eran mis hermanos los que se las arreglarían para hacerme la vida imposible.
Y para hacerme sufrir.
- Yo... Yo estaba... Estoy cansado, Zadquiel. Había decido empezar a acercarme a Ammy...
- Pero ya no lo vas a hacer. - terminó por mi el arcangel. - se ve en tus ojos.
- No puedo ponerla en peligro. La matarán.
- Ella merece saber la verdad, Damian. Poder defenderse.
- ¿Cómo diablos va a poder defenderse de demonios sumamente poderosos, Zadquiel? Y tu sabes que yo no soy tan poderoso. Soy casi como... Como si no fuera demonio del todo. Es frustrante.
Zadquiel se quedó mirandome con los ojos compasivos y me puso la mano en el hombro.
Al instante sentí que los malos recuerdos y mis sentimientos negativos se hacían mucho mas ligeros...
Todo parecía más fácil.
- Debes confiar, Damian, para poder encontrar el camino.
- Ah, no. No empieces con la mierda esa de angel bajado del cielo.
- Arcangel bajado del cielo, Damian. No me denigres.
- Si, claro, ser celestial. Eso de las parábolas y acertijos no van conmigo.
- ¿Damian? ¿Quién es él?
Mierda.
Estaba tan concentrado que ni siquiera me había dado cuenta de que Ammy acababa de llegar, y venía con la mochila cargada de comida.
Y allí estaba ella, mirandome con sus dulces ojos cargados de curiosidad.
- Mi nombre es Zadquiel. -le respondió el arcangel antes de que yo pudiese pensar en algo coherente para decirle. Algo que no fuera la verdad. - Soy... un amigo de la infancia de Damian.
- Ah. Hola, yo soy Ammy. Te llamas igual que el arcangel, ¿no?
Un radiante sonrisa iluminó el rostro de "mi amigo de infancia".
- Si. Así es.
- Bueno... - Ammy se giró para mirarme con una de sus sonrisas para-corazones en sus labios. - Te traje comida, Damian.
- Gracias. - le contesté trangando saliva compulsivamente.
Si Zadquiel había venido a verme era porque de verdad estaba en peligro.
Y no podía permitir que el único ser al que he amado en mi vida pague las concecuencias.
Desenvolví un sandwich que me había pasado y le pasé otro a Zadquiel, que se había sentado en el piso.
- Y... ¿Cómo es que se conocieron tú y Damian? - le preguntó Ammy.
- En una pelea. Nos ayudamos. Y desde ese día que somos amigos.
- Querrás decir que tú me salvaste de una golpisa. - le corregí sin vergüenza por ese hecho. Me hubiesen matado de no haber sido por Zadquiel. - Y un día Zadquiel tuvo problemas, y yo lo ayude... Y el resto es historia.
- ¿Y tú y Damian cómo se conocieron? - le devolvió la pelota Zadquiel a Ammy.
Ammy casi se atrangato con su sandwich y se quedó mirandome antes de tomar un poco de jugo y responder la pregunta.
- El primer día que llegó Damian al colegio. Lo vi antes. - se puso a reir y hizo un gesto con la mano, como de que esperaramos. - Es decir, el día que Damian llegó yo para variar estaba atrasada  intentando sacar mis cosas del casillero y lo vi. Y cómo yo estoy adelantada resulta que esa clase nos tocaba juntos y ahí lo presentaron. Y después mi profesor de fotografía lo hizo mi tutor.
- Ah... Y ahora son novios.
Tanto Ammy como yo nos pusimos rojos.
Y yo le heché una mirada fulminante a Zadquiel.
- Eh...
- Si, algo así. - le respondí yo cortante. - Zadquiel, creo que deberías irte antes de que alguién se de cuenta de que no eres estudiante y entraste acá.
El bastardo arcangel que tengo como amigo se puso a reir a carcajadas mientras se ponía de pie.
- Bueno, bueno. Tienes razón. Un gusto en conocerte Ammy. - se despidió de "mi novia" con gentilesa antes de mirarme severamente. - Sabes lo que tienes que hacer, Damian. Pero debes decirle. Es de vital importancia la decición que tomes.
- No empieces con la charada de las parábolas otra vez. - me quejé.
- Damian, eso no es parábola. - me dijo Ammy con voz sumamente suave.
Fue su turno de que le hechara una mirada fulminante.
- Cómo sea. Depende de ti, Damian. Pero ella se merece saber la verdad. - me respondió, esta vez mirando a Ammy cuando habló.
No, no, no...
Maldito Zadquiel, hijo de perra, mas obvio no podía ser.
- ¿Qué verdad? - preguntó Ammy.
- Nada. - le respondí apresurado.
- Eso no es cierto, Damian. Mereces saber la verdad Ammy, pero solo de parte del burro aquí presente.
- No entiendo nada. ¿Hay algo que deba decirme Damian? - Ammy estaba totalmente confundida.
- Mereces saber qué es. - le dijo enigmático, antes de darse la vuelta e irse.
De esta no me iba a salvar.

martes, 21 de diciembre de 2010

Favores

- Ésto...
Miré a Ammy con cara de pocos amigos, ya que después de lo que había pasado hace dos días se suponía que no debía mostrarme muy simpático con ella.
- ¿Qué quieres, Ammy? Tengo que irme a clase. - practicamente le ladré.
- Si, lose. - Ammy miró hacia todos lados, nerviosa. - Pero de verdad necesito hablar contigo, Damian. Es... algo de vida o muerte.
Sin poder evitarlo la miré con el seño fruncido mientras le tocaba lafrente con la mano.
- ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? No estarás enferma otra vez o algo así... - le dije preocupado.
- No. En ese sentido estoy bien, pero...
- Pero...
- Es que...
- Ammy, no tengo todo el día, y tu tampoco.
Me miró un largo rato, parecía entre apenada y estar pensando seriamente algo.
- No importa, Damian. Dirás que no. - me dijo mientras negaba levemente con la cabeza. - Anda, ve a clases.
Oh, mierda.
No podría vivir tranquilo hasta no saber que me quiere decir. 
- Vamos. - le solté mientras la empujaba levemente hacia un corredor por el cual nunca anda nadie.
- ¿A donde?
- Si yo estoy dispuesto a perderme la clase para saber que diablos quieres decirme, entonces tú también te la perderas.
- Pero...
- Nada de peros, Ammy. Quiero saber que me ibas a decir y no te soltaré hasta saberlo.
Sentí como su suave risa llenaba todo el lugar, a pesar de que se estaba riendo bajito.
- Creeme, no te va a gustar lo  que te tengo que decir.
- Mmmm...
- Menos lo que te tengo que pedir.
Interesante.
¿Como no se puede imaginar si quiera que yo le diría que si a cualquier cosa que ella me pida?
Cuando estuvimos lo suficientemente seguros como para que ningún profesor entrometido o algun niñito curioso nos pudiese interrumpir, la tomé de los  hombros y la giré suavemente para que me mirara a la cara.
- Dime.
- No me digas que tengo que hacer. - me respondió Ammy con el seño fruncido.
- Por favor... - agregué entre dientes.
- Bueno, yo...
- Tú...
- ¿Recuerdas a Patrick? - me preguntó con la mejor de sus sonrisas que casi me aturde.
- Si.
Podrían contratarme para hacerle la voz a algún ánimal que solo gruña.
- Es que...
- Ammy....
- Le dije que tu y yo somos novios. - me soltó sin más.
Vaya.
Wow.
Es decir...
Yo...
Eh...
Concéntrate en no sonreir como un imbécil, Damian, por favor. 
- ¿Damian? - me llamó Ammy preocupada al ver que no reaccionaba.
- ¿Por qué? - fue lo primero que atiné a decirle.
- Porque... Bueno, conosco a Patrick desde hace tiempo y quiere tener algo conmigo para después agrandar todo y así poder conseguir algún favor de mi padre.
- Ah... ¿Y por qué yo?
- Porque... Se que suena estúpido, pero fue el primer nombre que se me vino a la mente.
Ah...
Tonto, ya te estabas ilucionando.
Ugh... Voz, no eres bien recivida ahora.
Me limité a enarcar una ceja despectivamente.
- Damian...
- ¿Y por qué le dijiste algo así?
- Ya te dije, me estaba molestando y no me iba a dejar en paz y yo le dije que ya tenía novio y que... - las mejillas se tiñeron completamente de rubor. - que mi novio es muy celoso, y cuando me preguntó que quién era, yo no sabía que nombre decirle y después me precionó y yo le dije que eras tú, y me dejó de molestar pero ahora cree que somos novios y ha estado vigilandonos.
- ¿Esa rata a estado vigilandome? - Ah, no...
- S...si. A los dos, para ver si es verdad lo que le dije. Y hay es cuando yo te pido el favor.
- Ah, no...
Oh, si. No podría haberme pasado algo mejor.
Pero hay que disimular claro, para seguir con la fachada "no me interesas".
- Damian, porfa.... Será solo en público, que me tomes de la mano o algo así... - ¡Si! -  Principalmente cuando Patrick esté cerca. Puedes ignorarme el resto del tiempo o cuando estemos solos.
- Mmmm....
- Ya se que es mucho pedir, pero eso no desanimará al montón de chicas que babean por ti, enserio.
- ¿Qué chicas hay babiando por mi?
Además de la amiga de Jannet, que había sido bastante obvia, había estado tan pendiente de Ammy que ni siquiera me había fijado en las otras chicas del instituto.
- Pff! No te hagas, Damian. La mitad de la población femenina del instituo suspira por ti.
- Ah...
- Pero el que te vean conmigo solo logrará que intenten mas llamar tu atención. - Repentinamente había fruncido el seño mientras decía esto.
¿Estaría celosa?
En tus sueños, Pierotti. 
- Pués....
- Porfis, Damian. No quiero quedar en ridículo delante de Patrick. Me recordará toda la vida que el único novio que he tenido lo inventé para sacarmelo de ensima.
- ¿No has tenido novio antes?
- Uh... No debería hablar tanto. - me miró a los ojos y suspiró fuertemente al ver mi ceño fruncido. - Está bien, entendí. No lo haras.
¡Pero si no le he dicho nada!
Por supuesto que le diría que si. No perdería la oportunidad de poder estar mucho mas cerca de ella, aprovecharía cada momento en público.
Estaba cansado.
Por mas que lo intente, por mas que quiera, no puedo estar lejos de Ammy.
No puedo seguir siendo tan brusco con ella.
Se perfectamente que todo era por su propio bien, pero ya no puedo más.
- Oye...
- No, no. Lo entiendo. - siguió Ammy. -  Después de todo te caigo mal y últimamente yo también he sido pesada contigo. Sería ridículo.
- Yo...
- Además que mentalmente te debes de estar riendo de lo lindo de mi por la estupidez que hice, pero no te has reido abiertamente al frente mío por cortesía.
- Eso no...
- De todos modos por qué me irías a ayudar, hasta podrías unirte a Patrick para hacerme la vida imposible, él molestandome y tu ignorandome o siendo cortante.
- Pero si yo...
- Y claro, también podrían...
- ¡¿Me vas a dejar hablar alguna maldita vez?! - la interrumpí exasperado.
Ammy me miró con las mejillas profundamente enrojesidas.
- Claro. Lo siento.
- Gracias. Antes de todo ese monólogo que me acabas de soltar, te iba a decir que si te voy a ayudar.
- Entiendo que no, pero... ¿Qué? - decir que estaba sorprendida era quedarse corto.
- Te voy a ayudar.
- ¿Enserio?
- Si.
- Yo.... ¿Por qué?
Me reí levemente mientras movía la cabeza.
Piensa rápido, Damian.
- Bueno... A pesar de haber soportado tus gruñidos cuando estabas enferma, no me caes mal, Ammy.
- ¿Enserio? - me volvió a preguntar cada vez mas roja.
- Enserio. A veces eres.... - demasiado perfecta y buena para mi. - exásperante, pero eres una buena persona. Y Patrick no me calló bien.
- Gracias. ¿Por qué el pelmaso de Patrick no  te cae bien?
- Se cree como si fuera algo caido del cielo y no da con la talla. Además de que los ángeles son sumamente humildes.
- Ah... Claro. Cómo conoces a muchos ángeles.
¡Mierda! Se me acabava de salir algo que no debía decir. Por ningún motivo.
Respiré fuertemente y le segui hablando a Ammy como si todo se tratase de un juego.
- Claro. De vez en cuando cada unos sientos de años me encuentro con algunos.
Era totalmente cierto pero ella se lo tomaría como si estubiese bromeando.
Eso esperaba.
- Uh... No se por qué pero de ti me puedo esperar cualquier cosa, Damian.
- ¿A qué te refieres? - le pregunté nervioso.
- Recuerda que sé que no eres normal.
- ¿Vas a querer  que te ayude, o no? - cambié de conversación drásticamente ya que se estaba volviendo muy peligrosa.
Ammy se quedó mirándome fijamente.
- Eso fue un poco obvio. - se río. - Esta bien... Claro que quiero que me ayudes. Será solo estar juntos un rato cuando esté Patrick cerca.
- Ammy...
- Dime.
- ¿Qué te hace pensar que él no lo ha comentado con otras personas? ¿O que no pondrá a otra persona a vigilar también?
La cara de Ammy se puso visiblemente pálida.
- Ay, no...
- Necesitaremos ser mas... creibles.
Quiero pasar mas tiempo contigo y esta es la escusa perfecta.
- Claro... Bueno, yo estoy dispuesta a hacer todo lo que tu estés dispuesto a hacer.
Bien. Te secuestraré para que pases el resto de tu vida conmigo. Haciendo miles de cosas que aun eres muy pequeña para saber.
No, eso es muy sicópata.
Mejor no le digo eso.
Me reí ligeramente mientras, para sorpresa de ella, la miraba amigablemente.
- Prometeme una cosa.
- Por supuesto.
- No volverás a decirle eso a ningún chico más, ¿de acuerdo?
Se quedó un rato repasando su oración hasta que supongo por el rubor de sus mejillas comprendió a que me refería.
- Cla...claro.
- Bien. Creo que necesitaremos pasar el almuerzo juntos, y algunos recreos.
- Sin problema.
- Deberás hablar con tus amigos. Decirles algo así como que estabamos saliendo desde hace días y que te pedí formalmente que seas mi novia hace poco.
- Ok. ¿Y por qué lo manteníamos en secreto? - me dijo mientras se sentaba en el piso. Como era muy incomodo para los dos estar así me senté al lado de ella. - Yo le dije a Patrick que es porque no nos gusta que se metan en nuestro asuntos.
- Mmmm... Pués... Dí que tu te sentías insegura porque según tú hay otras chicas a las que les gusto. Y que yo te pedi que dejaramos de ocultarlo porque a mi me encanta estar contigo.
Si supiera lo cierto que es esto último.
- Awww, que tierno. - dijo antes de taparce la boca con ambas manos. - Digo, claro. Está bien.
Se veía avergonzada.
- Eh, no pasa nada. - le dije mientras le daba un suave golpe en el brazo en señal de camaradería. - ¿Se te ocurre algo más?
- Mmmm... Tendremos que andar algunas veces tomados de la mano, y tendré que abrazarte en ocaciones, o cosas así.
Haz lo que quieras conmigo. Soy material dispuesto.
- Por mi no hay problema. Yo hablaré con Jannet primero, y le contaré mas o menos que estamos juntos y que tu al fin entendiste que no me interesan las otras chicas.
- Lo que quieras. - me respondió antes de suspirar fuertemente.
¿Tendría idea Ammy de la mirada soñadora que tenía en ese momento?
Una sonrisa, debido a la esperanza que estaba comenzando a sentir asomó en mis labios.
- Bueno, ¿en que salón estaras? - le pregunté mientras me ponía de pie.
- En el de matemática.
- Te pasaré a buscar cuando toquen el timbre. Lo mejor será comenzar luego con la farsa, ¿no?
- Ya.
- Y Ammy...
- ¿Si?
- Dile a Patrick que si te vuelve a molestar o lo vuelvo a ver cerca de ti le partire su estúpido rostro a golpes.
Noté como Ammy inhalo fuertemente y se quedó con la respiración contenida mientras me miraba con una expreción indesifrable en sus bellos ojos.
- Yo...
- Te veo más rato. - le sonreí antes de darme la vuelta y comenzar a irme.
No desaprovecharía mi oportunidad.
Estaba cansado de uir, siempre uir.
Intentaré ser algo mejor con todas mis fuerzas, si con eso consigo que Ammy sienta por mi una mínima parte de lo que yo siento por ella.

martes, 7 de diciembre de 2010

el Principio de los Cambios

- Vale. Me comeré la sopa si quitas esa cara de viejo amargado.
- Ammy... - le gruñí mientras le lanzaba una mirada amenasante que funcionaba siempre que quería intimidar a aguién.
- Ok. Ok. ¡Dios! Damian, ¿has pensado en ser militar? Con esa cara si rotresedieras el tiempo harías que los nazis se mearan en sus pantalones.
- Tendría que recivir ordenes. No me gusta. A los nazis les patiaría sus culos meados. Y cómete la sopa.
- Señor, si, señor. Entendí el mensaje: "Ammy, no hablar. Tu comer sopa". - me dijo burlesca antes de comenzar a comerse la sopa mientras me miraba con cara de "soy una niña inocente".
Habían pasado dos días desde que Ammy había caido inconciente en mis brazos. Dos días en los que había estado sumamente enferma, y yo mientras la cuidaba agonizaba de dolor al verla sufrir.
Y además había tenido que alimentar a su chucho feo aunque por lo menos ya no me gruñía.
Bueno, no tanto.
Ammy había despertado al día siguiente y, fue recien hace una hora, cuando le dije que me iría pronto, cuando comenzó a hablar un poco mas conmigo.
Claro, me detesta igual que siempre solo que ahora por lo menos es capas de bromear conmigo.
Mas bien parece que te está insultando. No te respeta ni un poco.
Oh, mierda. Qué la maldita voz no puede por lo menos saludarme. No se, algo así como: "Hola, soy tu Voz Como Grano en el Culo, vine a hacer mis comentarios sacásticos, qué tal estas".
Ok. Eso es tétrico. Y digno de llevarlo a un siciátrico.
Pero independiente de eso, extrañaba las pocas veces que había podido hablar con ella, estar cerca, sin que me mirará como una paria o yo tubiese que fingir que no la soporto.
Ese día la cagaste de lo lindo, Damian. Ammy nunca volverá a ser igual contigo. 
Ah... Lo que mas dolía es que era cierto. Totalmente cierto.
Y lo correcto.
De un modo insano, hacer que la única persona a la que he amado me odie es lo que tengo en mis manos para protegerla.
De todos modos, Nadie puede amar a un demonio.
Aunque pudiera, de todos modos no me meresco su amor.
Ammy terminó de tomarse la sopa y me acerqué rápidamente para tomar el cuenco y la cuchara y bajar a la cocina a dejarlos.
- ¿Damian? - la voz de Ammy sonaba seria, a pesar de la curiosidad. Me llamó mientras estaba abriendo la puerta, por lo que estaba de espaldas a ella y no podía verle el rostro.
- ¿Si?
- ¿Por qué me cuidaste?
Porque te amo. 
Ya. No lo podía decir eso. Definitivamente no.
Suspiré mientras cerraba los ojos con fuerza, pensando en alguna mentira lo suficientemente creible para cubrir la verdad.
A pesar de que sabía que fingir que no la soporto era lo mas sensato ya que estar cerca de un demonio, sobre todo de un demonio exiliado, era bastante peligroso.
Y se desencadenaría el caos si algo le sucediera a Ammy.
Pero aun así, gran parte de mi no quería fingir mas. Quería ganarme su amor, su amistad, sus sonrisas.
Que suspirara mi nombre. Que yo fuera su primer pensamiento al despertar y el último antes de dormir. Y que soñara conmigo.
¡Diablos! ¡Lo quiero todo, con ella, todo!
- Necesitabas que alguien te cuidara. - le dije entre dientes.
- Pudiste llamar a la Sra. Dorothy...
- ¡Pero no lo hice! ¿Ok? Ya estás mejor, no tienes fiebre. - aun estaba de espalda a ella. - Tienes el teléfono en el velador, además de agua y los medicamentos que has estado tomando. Así que no creo que haya problema para que me vaya.
- Nadie te ha pedido que te quedes. Nose por qué aun siges acá. - me respondió seria.
Uh, eso dolió. Mucho.
Sentí como mi espalda se tensaba mientras apretaba aun mas la mandíbula.
Vamos, Damian, has soportado cuantas cosas. No te derrumbes ahora. 
Pero diablos, esto era mucho peor que las agonías que infringía mi padre a las almas humanas que había estado manchadas por la maldad en sus vidas.
- Claro. Lo siento si te incomodé.
- Ay, no. Damian, yo no...
Pero no me quedé para ver en que terminaba lo que Ammy me quería decir. bajé rápidamente las escaleras, dejé el cuenco y lacuchara en el lava platos y salí de la casa casi corriendo como alma que se la lleva el diablo.
Y, definitívamente, son de lo mas velos a la hora de intentar uir de su castigo.
Me apoyé en la pared y me dejé caer lentamente al piso una vez que llegué a mi casa.
Kelva, mucho mas grande que hace dos meses, se acercó para lamerme la mano con cariño mientras me gruñía en señal de bienvenida y se dejaba caer ensima mío.
- Hola, preciosa. - la perra es cada vez mas imponente y, ciertamente, no mas linda, pero a mis ojos es la cosa peluda mas bella que ha podido existir. - ¿Me extrañaste?
Había estado apereciendome en casa algunas veces para darle comida a Kelva antes de marcharme rápidamente para cuidar de Ammy.
Bueno, ya no lo haría mas.
Kelva levantó su cabeza y se acomodó de forma que su cabeza quedó apoyada en mi pecho mientras me miraba.
- Grrr.
Era lo máximo que iba a conseguir de ella, claro.
Después de un tiempo me di cuenta de que además de los gruñidos y los sollosos, Kelva no emitía ningún otro ruido, por lo que la llevé al veterinario, quién me explicó que Kelva sufre de alguna especie de perro-mudés, es decir, no puede ladrar.
Suspiré mientras acariciaba la cabeza de Kelva y miraba fijo la pared que había al frente mío.
¿Por qué no podía hacer algo bien alguna vez?
Era un demonio fallado y desterrado. Nunca lo suficientemente bueno para mesclarme con otros seres. Algo en mi estaba defectuoso porque, a pesar de todo, podía sentir emociones que no debería.
Pero por sobre todo, nunca sería lo suficientemente bueno para lograr que Ammy me ame alguna vez.





Fue el día lunes en el que Ammy al fin volvió al colegio.
Vi como caminaba hacia su casillero con paso inseguro mientras miraba ansiosa hacia todos lados.
¿Qué le pasaría?
Y entonces lo vi.
Pelo castaño claro. Ojos marrones. Mas bajo que yo y el típico chico "musculo sin cerebro" que se creía un dios ante sus disipulos.
Agh...
Y estaba mirando a Ammy.
¡Mierda!
Curiosamente el chico ahora se veía rojo entero y yo me sentía como un toro rabioso.
Uh. Mala señal. Caminé hacia mi casillero rápidamente y me puse de espalda para poder escuchar pero que Ammy no me viera.
- Hola, nena. - el tipo se acercó y agarró a mi Ammy de la cintura.
Oh, iba a disfrutar torturándolo. Mucho.
- Sueltame, Patrick.
Bien. Así que se conocían.
Pobre chico. Había marcado su fín.
- Oh. Siempre tan uraña conmigo, dulsura. Después de tantos años conociendonos.
Esto se estaba volviendo interesante. Me costaba creer que Ammy fuera desagradable con una persona. Es decir, yo lo había echo a proposito y el hijo de perra que estaba a unos metros de mi se lo merecía pero, aun así, wow, me sorprendía.
- Apestas, Patrick.
- Antes no solías decir lo mismo.
- Callate ya, rata. Siempre he pensado lo mismo de ti. ¿Qué haces acá?
- Vine a estudiar, qué sino.
- Uh, Patrick. Pienso que te expulsaron de tu último colegio para tarados en el que estuviste. - Ammy le sonrió sínicamente. -  ¿Que hiciste esta vez? ¿Drogas? ¿Algún escandalo? ¿Algo que tu papito no pueda soportar?
Ver a Ammy comportarse tan agresiva era lo mas exitante que había visto en mi vida.
- No es de tu incumbencia, corazón. Pero yo podría hacer unos cuantos escandalos contigo incluida si sigues así.
Apreté la mandíbula fuertemente al escuchar la amenaza implícita en eso.
Y entonces, como ya me había dado cuenta que hacía últimamente, actué sin pensar.
Me acerqué a paso firme hasta donde estaban y, sin mirar una vez al imbécil, saludé a Ammy amablemente.
Ciertamente, después de la sorpresa, la bonita chica parecía feliz de verme.
Entre el sícopata humano que daba la cara y el obsesivo demonio enamorado de ella que no lo demostraba, ella prefería al segundo.
¡Genial!
- Damian. - susurró mi nombre antes de sacudir levemente la cabeza levemente y sonreirme. - ¿Qué tal estas?
- Bien. ¿Y tú? ¿Te has mejorado?
- Si. Gracias por todo.
- ¿Quién diablos eres tú? - me preguntó el tonto de Patrick.
- Pierotti. El tutor de Ammy. Y el tipo que la va a separar de ti en estos momentos.
Y sin mas, tomé a Ammy del brazo, cerré su casillero y me la llevé.
Fue cuando llegamos a un lado del colegio bastante desierto cuando al fin Ammy habló.
- ¿De qué iba todo eso, Damian?
- No te veías muy feliz con él. - le dije esquivando la pregunta.
- Ya. Si no me soportas entonces no veo por qué te va a molestar que alguien mas me haga la vida imposible.
Te deviste haber dedicado a la actuación, Damian. 
La miré con el seño fruncido mientras pensaba qué decirle.
- Puede que no nos llevemos bien. - hablé al fin. - pero no voy a dejar que un niñato eche a perder todo. Puede desconcentrarte el tener novio.
- Ah. Entonces es eso. No estás preocupado por mi, si no que por la clase de fotografía.
Si, claro.
Me limité a asentir levemente.
- Debí haberme imaginado algo así. - bufó exasperada. - Siempre lo mismo. Por mi no harías nada bueno al menos que sea en beneficio propio.
No tiene idea.
- Ammy...
- Pués dejame decirte que ¡no te preocupes! Gracias, Damian. Tu egoismo me salvó de Patrick por un rato.
Y después de decirme eso y lansarme una mirada asesina, se marchó.
Genial.
Ya la había cagado otra vez.




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viernes, 26 de noviembre de 2010

Tan Jodidamente Obvio.-

Ha pasado un mes y medio desde ese maldito día en el cual fue el baile del colegio.
Un mes y medio lleno de... silencio.
Ammy no me habla, al menos que sea extrictamente necesario y no pueda evitarlo. Y siempre me trata con frialdad y llama "tutor".
Odio esto. De verdad.
Vi como su rostro demostraba felicidad y concentración a la vez al fotografiar a unos niñitos que estaban jugando en un sube y baja.
Sabía que me merecía su silecio.
Sabía que me merecía que ya no me mirara ni por casualidad.
Pero eso no quitaba el hecho de que dolía.
Suspiré fuertemente mientras la veía reirse con los niñitos después de sacarles las fotos. Se habían puesto a conversar y al instante ya se estaban riendo. Sin embargo su rostro se veía mas pálido que de costumbre.
El estar así me causa un fuerte dolor en el pecho, pero sabía que era lo correcto.
A pesar de lo que todos habían pensado, después de la fiesta con Jannet no había pasado nada y tampoco habíamos quedado de mala forma.
Me saludaba y hablaba conmigo y yo hacía lo mismo. La verdad es que es una chica simpática una vez que la conoces.
Puse mi mejor cara de poker cuando vi que Ammy se acercaba a mi lado. De cerca se notaba cansada.
- ¿Te pasa algo? - no pude evitar preguntarle preocupado.
Diablos, Damian. De seguro cualquiera puede darse cuenta de que estas locamente enamorado de ella. 
Cualquiera. Menos ella. Mi actuación había dado "buenos frutos".
Ammy se limitó a mirarme con el ceño fruncido y siguió caminando.
No me respondió.
Tampoco vio mis facciones cargadas de dolor ante su frialdad.
La perdiste completamente, Damian. 
Ya no había vuelta atras.
Caminé unos pasos por detras de ella. Tenía que mostrarle al profesor lo que había hecho en la clase para que le pusiera la nota y luego los dos quedaramos desocupados y pudiesemos ir cada uno a casa.
- ¡Ammy! Pero que.. ¿Y tienes la desfachates de venir a mostrarme esto? - nunca había escuchado al profesor comportarse de un modo tan brusco con ningun alumno. El hecho de que se comportase así con mi+ Ammy me molestaba a mas no poder. - Esto... ¡Esto es basura! Tu...
- Disculpe, Sr. - dije con la voz aparentemente calmada pero con la furia bullendo en mis ojos. Y me encargué de que el maldito hijo de perra la viera. - Pero fue mi herror.
- Ah... Damian... - Ya. Conmigo no se comportaba así, ¿no?
Noté de reojo que Ammy me miraba entre sorprendida y enojada.
- ¿Me presta la cámara, por favor? - no dejé lugar a discución. Él tenía que ovedecerme.
Toma nota. Compulsión. Otro super poder de demonio.
- Claro.
Una rápida mirada a las fotos me dejo totalmente sorprendido. Las fotos se veían borrosas, fuera de focos, con mala iluminación...
¿Qué le habría pasado a Ammy?
Pero ahora tenía que pensar en una buena escusa. Y pronto.
- Ah. Ammy, se nos olvidó. - le dije con voz tierna mientras suavemente le rodeaba los hombros con mi brazo y la acercaba un poco a mi.
Maldito bastardo, te estás aprovechando de la situación. 
Esa indeseable vocesita ora vez.
Pero si. Definitívamente yo había aprovechado la más mínima oportunidad para poder estar cerca de Ammy y, claro, poder tocarla.
- ¿Si? - me dijo Ammy con la voz cargada de falsa dulsura. Aunque solo yo pude notar que era falsa.
- Verá, profesor. - comencé a explicarle. - Usted sabe que Ammy tiene un corazón enorme. Cuando estabamos fotografiando le prestó la cámara a un chico. Y se le olvidó cambiar la tarjeta de memoria.
- Ah...
- Por supuesto no había razón para tratarla como usted lo hiso recién... ¿No cree? - mi voz ahora sonaba molesta y no me preocupé en disimular mi enfado. - Naturalmente siendo yo el tutor jamás dejaría que Ammy le presentara un trabajo así. Hace un momento su actitud con mi pupila fue bastante brusca. Y no me gusta que la traten así.
- Si, bueno. Yo...
- Su desconfianza también muestra desconfianza en mi.
Ammy me estaba mirando casi con la boca abierta por lo que le di un leve apretón en el hombro para que disimulara.
- Pues... - a pesar de ser un simple humano, el profesor notó que el odio que destilaban de mis ojos en esos momentos haría que cualquiera se pensara las cosas dos veces antes de actuar.
- Aquí está la memoria con las fotos de Ammy. - le dije, mientras me sacaba del bolsillo delantero de la camisa sin mangas que llevaba abierta por ensima de una camiseta negra una pequeña tarjeta de memoria que también le hacía a la cámara. - Se la guardé mientras Ammy insistía en prestarle la cámara a ese muchacho. No quería que por error pudiese borrar su trabajo.
- Claro. - dijo el maestro ya mas calmado mientras se giraba hacia Ammy. - Lo siento, Ammy. Pero es que eres mi mejor alumna... ver esas fotos me desconcertó...
- Descuide, profesor. - le respondió tranquilamente Ammy. - cualquiera pasa por momentos malos y se descarga con otros. Lo bueno es poder reconocerlo y pedir perdón.
Ouch. Eso parecía tener doble intención, deduje porque Ammy me estaba mirando a mi al decir eso.
El profesor la recompensó con una sonrisa y se dispuso a ver las fotos.
Fotos que, por cierto, había sacado yo ese día con mi mini cámara.
- Wow. Ammy, las fotos están fantásticas. Aunque no entiendo cómo te pudiste sacar esta a ti misma.
- Naturalmente esa la saque yo, profesor. - le dije burlesco.
- Claro, claro. - se río. - Se nota cada vez mas que los consejos de Damian te están ayudando.
- S...si. Por supuesto. Creo que me estoy dejando influenciar por él para sacar las fotos.
- Si. En esta clase se nota bastante. Pero eso no es malo.
El profesor le puso la nota a Ammy después de revisar las últimas fotos y después ambos nos pudimos ir a casa.
Y en el transcurso de eso yo tuve que, a regañadientes, soltar a Ammy de mi semi-abrazo.
Disfrutalo, Pierotti, por que es lo único que conseguirás. 
Naturalmente, Ammy no dejó las cosas así como así.
- Hey, hey, grandulón. No creas que dejaré pasar esto. ¡Hey! ¿Podrías dejar de ignorar que existo?
¡Ja! Cómo si pudiera.
- ¿Qué pasa? - le pregunté haciendome el desinteresado.
- ¿Qué pasa? - repitió la pregunta molesta. A pesar de su mal humor se veía verdaderamente pálida y cansada. - ¿Que qué pasa? Pues pasa todo y a la vez no pasa absolutamente nada. - dijo esto último en un murmullo, mas para ella  que por decirme algo a mi. - ¿De qué iba todo ese cuento del "tutor dulce" que salió en mi defensa?
- Pues, no se si dulce, pero sí, te defendí, por decirlo de algún modo.
- Le pasaste tus fotos porque las mías eran una mierda, Damian. Yo lo sabía.
- Él no tenía por qué tratarte así. - le dije como si no le diera importancia.
- Ah. Y entonces llega el super macho a rescatarme.
No supe por qué, pero esa fue la gota que revalsó el vaso.
Sin darse cuenta de cómo, de repente yo estaba con mi rostro a unos pocos centimetros del de Ammy.
- Ningun pedaso de mierda con rabia te trata así en mi precencia, Ammy. Nadie.
Parecía nerviosa y tenía los ojos brillantes.
- Nadie exepto tú, ¿no? - me preguntó bajito.
Me quedé callado por un rato, pensando en qué podía responderle.
- Cómo me caigas en lo personal... - en realidad lo que quería decir era "que te adore de una manera enfermisa y un poco sícopata" - no quita el hecho de que sea tu tutor, y cómo tal...
- Oh, por favor, Damian. Eso es tan jodidamente sínico. Que por ser mi tutor tengas que fingir que te llevas bien conmigo hasta el extremo de tocarme e incluso defenderme.
- Yo...
- ¿Y qué diablos hacía una foto mía en  esa tarjeta? Y es obvio que la sacaste tú. Y hoy, si no el profesor no se habría creido el cuento.
Lo que Ammy no sabe es que yo le saco una foto. Cada clase. Así tengo una pequeña imagen de ella para poder ver cada vez que me siento solo.
- Yo...
- De todos modos no importa. Quizá con lo mucho que te disgusto, porque odiarme sería darme demasiada importancia, claro. - las palabras le habían quedado grabadas. Era definitivo. Ella jamás me perdonaría. - Bueno, quisá quieras hacerme budú.
- Necesitaría algo tuyo. - le dije sin poder evitar sonar divertido, a pesar de todo.
- Eres... Despreciable. - que no se te note cuanto dolor te produce escuchar eso de sus labios, Damian.  - No quiero que vuelvas a hacer eso.
- ¿Qué cosa? -¿Sacarle fotos? ¿Notaría lo demencialmente enamorado que estoy?
- Defenderme. Si... no te agrado, te pediría que por un poco de respeto por mi y por ti por favor no finjas que te agrado ante los demás. Es... tan bajo.
Si supiera que la amo...
- Está bien. Como gustes. No te ayudaré en nada más. - le dije molesto.
La mirada de Ammy parecía triste cuando se posó en mi rostro.
- Desearía que nunca hubieses llegado acá, Damian. - eso me dolió como tuviese ácido hirviendo en vez de sangre corriendo por mis venas. - Las cosas serían más fáciles.
- No siempre lograrás agradarle a todos, niña.
- Yo no quería agradarle a todos, Damian. Solo a la persona a la que le desagrado totalmente pero que ni siquiera es capas de odiarme porque eso sería sentir mucho por mi. - dijo susurrando.
¡Mierdaaa!
- Yo...
- Pero da lo mismo. La actitud de las personas logra matar cualquier interes por querer llevarse bien con alguien.
Esto dolía. De verdad que si. Y mucho.
Lo conseguiste, Damian. No te soporta.
- Ammy...
- Si no te importa, me quiero ir. No me siento muy bien. - dijo antes de darse la vuelta rápido.
Muy rápido.
Al instante vi como el cuerpesito de Ammy quedaba inerte antes de comenzar a caer bruscamente.
Alcansé a agarrarla antes de que tocara el suelo, pero por poco no lo logro. Noté que tenía el cuerpo ardiendo. Ammy estaba enferma. Muy enferma.
- Oh, Ammy.  - su nombre se escapó de mis labios con dolor. - ¿Qué te pasa?
- ¿Damian?
Estaba despierta, gracias a Dios.
Y si ese hijo de puta al que acabo de nombrar no la sana me vengaría dandole donde mas le doliera.
Nada podía pasarle a mi Ammy,
- Dime.
- No me siento bien.
- Estás enferma.
- Hace eso de correr rápido y llevame a mi casa, ¿si?
Podía hacer algo mas rápido. Podía aparecerme en su casa.
Sip. También otro poder de demonio. En realidad los poderes de demonio molan mucho. Pero claro, nunca se ocupan para algo "bueno".
Aunque ahora si.
- Ammy, cierra los ojos.
- ¿Por qué?
- Confía en mi, por favor.
- No debería, Pierotti. Pero lo hago. - me susurró molesta antes de cerrar obedientemente los ojos..
Ella si confía en mi.
Entre la emoción por ese hecho y también por tener tan cerca a Ammy y poder tocarla, oler su perfume, miré a mi alrededor para asegurarme que no había nadie cerca, ni lejos observandonos.
Y entonces, con Ammy en mis brazos, desaparecí.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Dolor y Deber.

Sin darme cuenta, llegó el día de la fiesta.
El día en el cual Ammy tendría la cita con el tal Ray.
Y yo saldría con Jannet.
Entré al salón para la clase de historia y noté con alegría que el chico de la clase pasada estaba sentado con Blanca. En el lugar de Ammy.
Bien.
- ¿No te molesta que me siente aquí, no Ammy? - le preguntó el chico cuando la vio entrar al salón.
Milagrosamente, había llegado antes que el profesor, cosa que hizo que mas de un chico en la clase le hiciera bromas por sus constantes retrasos.
- No, Jhonny. No me molesta. - le respondió Ammy con una tierna sonrisa.
Es tan dulce.
Blanca la miró con cara de "muchas gracias" y siguió ensimismada hablando con Jhonny.
- Hola. - no pude evitar saludarla cuando se sentó en el banco que está detrás del mío.
- Hola, Damian. - la sonrisa de Ammy fue mucho mas grande y totalmente sincera.
Respira. No hiperventiles, eso sería vergonzoso, Damian... Aunque aparentes 17 no eres un jodido adolescente con las hormonas descontroladas. 
Cuando el profesor llegó, tuvo la brillante idea de que trabajaramos de a dos en la clase, por lo que Ammy, sin preguntarme ni nada, tomó su silla y la puso al lado de la mía.
- Tengo la suerte de trabajar con la super chica. - me reí para disimular mi ansiedad por pegar su silla a la mía.
- Si. Ya sabes... Eres especial, y todo. Así que tienes ese privilegio. - me siguió la broma en tono burlesco aunque mi corazón no había dejado de saltar al decir que yo soy especial.
- Ya.
Comenzamos a tabajar en un comodo silencio que estubo cargado de miraditas de mi parte y, sorprendentemente, también de parte de ella.
- Así que... ¿Cómo estás para hoy en la noche? - me preguntó Ammy un poco brusca.
- Bien. Estoy desiando salir con... - tigo - Jannet.
¿Fue mi imaginación o la cara de Ammy parecía triste?
No. No tengas esperanza, Damian. Después sería peor. 
Aunque...
- Ah.
- Me contaron que tu vas a salir con Ray hoydía.
Intente que, en lo posible, mi voz no sonara celosa.
- Sip. Tendré una cita con él.
Mierda! ¿Damian que diablos te pasa? ¿Eres Masoquista o qué?  
La miré como si nada de eso me importara aunque me estaba muriendo de celos por dentro.
- Genial.
Mentiroso.
- Su...supongo que sí.
- Tienes que salir a divertirte, Ammy.
- Oh, si. Creeme, eso pienso hacer. - me dijo con una sonrisa que no le llegó a los ojos.
Después de eso seguimos trabajando y no hablamos el resto de la clase.
No sabía que pero algo había cambiado después de la conversación.
Me despedí con una media sonrisa y salí, frustrado, al baño apenas tocaron el timbre que indicaba que podíamos salir.
¡Mierda!
Bueno, ya estaba seguro de que ella si saldría con Ray.
Pasé el resto del día tirado en mi cama, con Kelba echada a mi lado mirandome con adoración mientras yo agonizaba pensando una serie de cosas que podían estar haciendo Ammy y Ray ahora.
No, no, no.
¿Y si el patán intentaba besarla?
¿Y si lo intentaba y ella quería?
¿Y si ella lo besaba a él?
El maldito organo latente que tengo al lado centro-izquierdo del pecho se estaba rompiendo en mil pedasos al pensar en estas posiblidades.
Cuando ya no pude aplasar mas la hora me duché y cambié de ropa para ir a buscar a Jannet.
¡Maldita sea! En otra circunstancia, en un mundo vacío y desolado pero ciertamente mucho mas fácil en el cual yo no conociera  a Ammy, ahora estaría relativamente satisfecho por la velada que se me venía por delante.
Jannet tiene un cuerpo expectacular. Un cuerpo con el cual yo podría disfrutar esta noche.
Pero no lo haría.
No lo haría porque tengo a Ammy tatuada con sangre, metida bajo la piel.
Calada hasta lo mas hondo de mi maldita alma, si es que tengo.
Jannet se veía expectacular esa noche, cuando la fui a recoger.
El vestido tenía un escote bastante amplio y era tan corto que apenas le cubría lo justo y necesario.
- Woa, voy a ser la envidia esta noche. - le dije mientras en un gesto galante que le encanta a las chicas le tomé la mano y se la besé
- No exageres. - me dijo Jannet con su voz ronca. - tu te ves muy guapo, Damian. Te ves... perfecto.
- Ya. Solo es un traje. Tu luses expectacular.
- Me puse el vestido para ti. - me runruneo al oido antes apartarce, darme una mirada con una claaaaara indirecta, y después acercarce a mi auto para subirse.
Wow.
Sacudí un poco la cabeza y me reproché mentalmente. Podría tener una noche de lujo y yo hay estaba, preguntandome que estaría haciendo Ammy en estos momentos.
Suspiré resignado y me subí al auto también para marcharnos a la fiesta.
El baile... era un típico baile  de preparatoria norteamericana. Para chicos que con lo que gastaban en salir de compras en un día podrían cubrir perfectamente las necesidades de una o dos familiar numerosas por todo un mes.
A penas llegamos las amigas de Jannet se nos acercaron para alavarla por su vestido y a mi para dirigirme miraditas coquetas cuando Jannet no miraba.
- Te ves muy guapo, Damian. - me dijo una de las amigas de Jannet cuando esta fue con las demás al  baño, dejandonos a los sentados en una mesa para varias personas.
- Gracias. - le respondí desinteresado.
- Si no funcionan las cosas con Jannet... Siempre podrías llamarme. Cuando quieras. Incluso si las cosas si estan funcionando entre ustedes.
Wow, que amigas tenía Jannet.
- Lo tendré presente. - le dije con voz seductora mientras le guiñaba un ojo.
La chica se mordió los labios y me iba a decir algo mas pero en ese momento dejé de prestarle atención a cualquiera que no fuera la personita que estaba en la entrada.
Parecía...
La perfección en carne y hueso.
No podía ser real. No podía ser humana. Era demasiado... todo, para ser una simple mortal.
Ammy tenía puesto un traje que le llegaba un poco mas arriba de la rodilla, liso, de tirantes, y de color violeta.
Era un vestido simple, pero ella no necesitaba algo mas elavorado. Era esa simplicidad la que hacía que ella se destacara. Sus ojos, sus labios, su cabello. Su figura tan bien proporcionada que se notaba debajo del vestido.
Sentí que la respiración se me aceleró nada mas verla. Y que la rabia me cego cuando vi con quien iba acompañada.
¡Maldia sea! Se suponía que habían ido al cine y que ella no vendría con él al baile.
¿Habían acaso cambiado los planes? ¿O habían pasado todo el día juntos?
La ira estaba bullendo en mi interior y en cualquier momento haría exploción.
Para rematarla en esos momentos llegó Jannet que, al ver a Ammy le hiso señas a ella y a Ray para que se acercaran a nosotros.
No sin antes sentarce en mis piernas y, a pesar de que me sentía incomodo porque ciertamente yo ya no quería a ninguna chica cerca que no fuera Ammy, le agradecí mentalmente a Jannet de que hiciera eso ya que así podía disimular mejor.
- Ammy, te ves preciosa. - le dijo Jannet mientras la tomaba de las manos y yo pensaba que ciertamente el adjetivo "preciosa" no le hacía justicia.
Era demaciado vanal para la belleza tanto externa como interna que demostraba la chica.
- Gracias. - le respondió Ammy con su dulce voz mientras la miraba. - Y tu viniste a parar corazones, como siempre. Luses fantástica, Jan.
- Oh, eres un tesoro. Ray, eres afortunado de poder estar con Ammy.
La cara del bastardo lusía una sonrisa de oreja a oreja.
Espera a que te rompa los dientes uno a uno con mis puños maldito hijo de perra, a ver si sigues sonriendo igual.  
- Lo soy. Pero fue extraño. Pasó toda la semana diciendome que no quería venir y de un derepente me llamó hoy para decirme que cambiaramos la ida al cine por el baile. Aunque obviamente, no me puedo quejar.
Gracias, imbécil, por aclarme ese punto. 
Por lo menos no habían pasado todo el día juntos.
En ese momento Ammy me miró a los ojos y me sonrió friamente.
- Damian. - me dijo a modo de saludo.
Le sonreí sínicamente mientras rodeaba a Jannet con los brazos y apoyaba mi barbilla en su hombro.
- Hola, Ammy. Te ves bien.
- Gracias, tutor. Lo mismo digo.
- ¿Tutor? - preguntó Jannet curiosa.
- En clase de fotografía. Ammy se haría un nombre entre los fotografos con su talento. Solo le falta pulirse un poquito. - no pude evitar saltar a defenderla.
Los ojos de Ammy brillaron con una emoción que no supe desifrar y la espalda de Jannet se tensó un poco.
- Gracias, tutor.
- No hay de qué.
- Vaya... - murmuró Jannet. - Es genial que tengas de tutor a Damian, Ammy. Por supuesto, él es bueno en todo. - agregó mientras alargaba el brazo para hacerme cariño en el pelo.
Me sorprendí al ver que el rostro de Ammy tenía cara de pocos amigos.
Aaah...
Y no fui el único en notarlo, al parecer, ya que la "amiga" de Jannet la estaba mirando con franca curiosidad.
- Hey, por qué no vamos a bailar? - le dijo Ray a Ammy mientras se acercaba un poco mas y le tendía la mano.
- ¡Eso es! Vamos, Ammy. Bailas estupendamente. - lo apoyó Jannet.
Pero Ammy no le prestó atención a ninguno de ellos. Me miró a mi.
Respira, Damian. Vamos. Se antipático. Debes serlo.
Pero yo quiero bailar con ella, tomarla en mis brazos, le respondí apenado a la maldita vocesita que ya me había acostumbrado a escuchar.
No puedes. ¿Y qué pasa si ella se interesa en ti?
Sería como vivir en un sueño.
Terminarías matandola, imbécil. O haciendola sufrir. Y se arrepentiría y te odiaría por el resto de su vida por echar a perder la de ella. 
Maldita sea.
La miré petulante y con cara de aburrido.
- Si. Ve a bailar con tu novio. - le dije de forma desinteresada, como si me dirigiera a un mueble. - De hecho... - tomé aun mas fuerte a Jannet de la cintura e hice que se pusiera de pie para yo hacer lo mismo. - Nosotros también iremos a bailar.
- ¿Ah, si? - me dijo Jannet.
- Claro que si, cariño. - Cómo dolía tener que hacer toda esta farsa. - Pero... a un lugar mas apartado. Creo que nuestro "baile" podría escandalizar a menores acá. - dije lo último mirando a Ammy, que tenía el ceño fruncido y me miraba con odio.
Mierda. Con esa mirada logró volverme nada en menos de un segundo.
Y convertirse en  nada duele hata la medula.
De todos modos iba a terminar odiandome alguna vez, si no lo hace ya, pensé con dolor.
- Recuerda lo que te dije, Damian. - me dijo Ammy mientras nos comenzabamos a ir.
Entendí que se refería a lo de Jannet.
- Ese asunto no es de incumbencia, niña. - le contesté osco mientras tomaba de la mano a Jannet y nos ibamos.
- ¿Qué te había dicho? - me preguntó esta última curiosa.
- Nada que importe. Cosas de niños. - Sabía que Ammy, al igual que los demás que estaban allí, pudieron escucharme.
Ammy bailó de forma normal con Ray unos tres bailes, a pesar de que el chico trataba de acercarse mas, ella no lo dejó, por lo que la adoré mas aun.
Y yo... Yo estaba a unas cuantas parejas mas allá pegado como lapa a Jannet, aunque con la vista fija todo el tiempo en Ammy.
Sin embargo Ammy me miró una sola vez y de una forma nada amable al ver cómo estaba bailando yo.
Nunca antes en mi existencia desié tanto poder ser humano, o cualquier cosa menos demonio, como en estos momentos.
Así podría... podría acercarme a ella. Tendría el derecho de poder hacerle saber mis sentimientos y luchar por su amor. Y no le haría daño.
Pero eres un demonio que pasará toda la vida enamorado de una humana.
Mierda. Por qué diablos esa vocesita no se callaba.
Y verás como ella se irá, envejecerá, tendrá novio...
No.
Y después se casará... 
No, no no...
Formará una familia... 
Oh, por favor, maldita voz, para.
Será feliz... 
Nadie se merece algo tan bueno como ella.
Morirá...
El pensar en eso último me dolió tanto que no pude evitar separarme bruscamente de Janent y dar un paso atrás.
Vamos, Damian. Que tu cara siga manteniendose fría. Y no cargada de dolor, demostrando lo que en verdad sientes.
- ¿Qué te pasa? - me preguntó Jannet sorprendida.
- Necesito ir al baño. Ve a buscarme algo para beber, ¿quieres?
- Claro...
- Algo fuerte. - agregué antes de irme como rápido al baño como si mi padre o algunos de sus amigos me persiguiera.
Pero en realidad no me fui al baño. Salí por la puerta trasera y me senté en uno de los banquitos que habían detrás del salón en el cual estaba siendo el baile.
Agaché la cabeza, apenado por lo que había pensado cuando estaba bailando.
Un rato después unos pasitos me alertaron que alguien se acercaba.
Y wow, estaba lo suficientemente cerca como para sentir su perfume y ver sus zapatos.
Un perfume que al que mi cuerpo reaccionaría en cualquier lugar y unos zaptos muy monos de la única persona que en verdad me importa.
Sentí como ponía su cálida mano debajo de mi barbilla y me hacía levantar la cara, sin embargo yo tenía los ojos cerrados.
- No se por qué diablos me preocupo por ti cuando eres tan antipático. - me dijo Ammy tiernamente con su dulce voz.
- Nadie te ha pedido que lo hagas. - mas frío no habría podido sonar.
- ¿Por qué eres tan cruel conmigo siempre?
Porque te amo.
Si, lo se, suena retorcido y estúpido, pero de una forma tonta es la verdad.
¿Era mi idea o en su voz se escuchaba dolor?
- ¿Por qué no eres como la demás gente y te alejas de las personas a las que no les agradas?
Ouch... eso fue fuerte. Pero tenía que hacerlo.
Tenía que alejarla de mi antes de que fuera demasiado tarde y le ocurriera algo.
Ammy sacó su mano de debajo de mi barbilla.
Sentí un vacío en mi pecho y frío ahí donde Ammy había puesto su mano.
Un solo roce y mi cuerpo ya sufría por extrañarla.
- Eres... - abrí los ojos para encontrarme con la mirada dolida y rabiosa de Ammy. - Eres un maldito hijo de perra, Damian Pierotti. No es necesario ser tan  cruel para hacerme entender que me odias.
- Yo no te odio. - le dije automáticamente con tristeza. Vi la cara sorprendida de Ammy por lo que me apresuré en arreglar la fachada de insoportable que tengo que fingir con ella. - Eso sería darte demasiada importancia.
El rostro de Ammy era un libro abierto. Y en esos momentos demostraban tener dolor y rabia apenas contenida.
- Esta bien, Damian. Ya entendí. Lo siento si soy un incordio. Prometo que solo te molestaré con mi precencia lo justo y necesario en la clase de fotografía y solo porque no podemos hacer nada por cambiarlo. Disculpa si te moleste. - me dijo friamente antes de darse la vuelta y marcharse al baile.
Sentí que mi corazón se iba con ella.
- Lo siento. - susurré, a pesar de que sabía que ella no podría oirme. - Pero es la única manera que tengo de amarte y protegerte de lo que soy.

martes, 2 de noviembre de 2010

Descubrimientos

- Entonces... Tú y Jannet.
- ¿Eh?
- Ya sabes. Tú y Jannet. En el baile del viernes. - Ammy parecía nerviosa mientras me decía esto. Estábamos buscando algo interesante en el bosque para fotografiar.
- Pues... si. - no podía negarlo. Ella lo había escuchado. Y además ellas saldría con el rubio ese día.
- Hacen bonita pareja. - Ni ella se creía esas palabras.
- Ya. La rubia hermosa conmigo.
- Si. ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Por supuesto. - ¿por qué cosa sentiría ella curiosidad?
- ¿Te gusta de verdad o solo quieres acostarte con ella?
Si no hubiese sido por mis buenos reflejos casi me hubiese caído de cabeza a un charco con lodo que había a dos pasos de mi.
- ¿No te andas por las ramas, eh?
Ammy se río torpemente mientras miraba fijamente el piso. Parecía incomoda.
- No me gustaría que... lleran a Jannet, ¿sabes?
- Oh, créeme, no tengo la capacidad para herirla.
- Ya.
- ¿No me crees? - nos habíamos detenido en un claro para que Ammy sacara una foto.
- Tu.. no te das cuenta de lo que produces en las personas. Y Jannet me cae bien.
- No te ofendas, pero, como es que alguien tan... - linda, preciosa, maravillosa, dulce. - inocente como tú es amiga de una chica cómo esa.
- Cuesta creerlo, ¿no? - se río mientras se bajaba la cámara del rostro para mirarme. - Pero la conozco de toda la vida. Supongo que... es lo mas cercano a una amiga que he tenido.
La miré atentamente, sin disimular la curiosidad que había en mi rostro.
Simplemente quería saberlo todo de ella. Me tiene fascinado por completo.
- ¿Desde cuándo la conoces? - le pregunté mientras me encaramaba en el tronco de un árbol para sentarme. Me sorprendió el ver que Ammy hacía lo mismo, ya que era un roble bastante grande, por lo que me moví para darle un lado.
- Mmmm... a ver, deja sacar la cuenta... Como desde que tenía seis años y ella nueve.
- Wow.
- Verás... Mi padre es embajador. Y el padre de Jannet es un político que trabaja en la ONU, por lo que se encontraban constantemente. Mi madre era... perfecta. - dijo con orgullo. - Y a diferencia de los padres de Jannet, ella era muy cariñosa, y siempre que nos encontrábamos la trataba muy bien. Por eso con Jannet pasamos de pequeñas mucho tiempo juntas, y nos conocemos bien.
- ¿Y desde hace cuanto tiempo que estudian las dos acá?
- Jannet desde los 11 y yo desde enero. Antes tenía profesores particulares, por eso estoy adelantada en algunas asignaturas. - me contesto mientras sin previo aviso me tomaba un foto.
- No soy muy fotogénico. - me reí.
- Claro que lo eres.
- Ya.
- ¿Quién está de fotógrafo ahora, eh?
-Tú. - le respondí sin dudarlo para ver su sonrisa otra vez.
- Exacto. Así que yo decido si eres fotogénico o no.
- ¿Por qué te mandaron a estudiar acá? - le pregunté después de un rato que estuvimos en silencio.
No entendía por qué si había funcionado tan bien el sistema de que tuviese profesores particulares sus padres la hubiesen mandado lejos.
- Mi madre murió hace un año y medio. Y papá se caso con una chica de 23 años apenas seis meses después de la muerte de mamá. Entre las dos... no nos llevamos bien, por lo que Clare le pidió a mi padre que me enviara lejos e invento un montón de pretectos. - el simple hecho de recordar la conversación parecía molestarla. - Ella quería mandarme a un internado suizo. - bufó indignada. - Pero yo hablé con mi padre y le dije que si me quería un poco todavía que me mandara a este colegio. Jannet me lo sugirió cuando le conté por internet. Así que mi padre accedió. Y ahora estoy acá.
- ¿Y te dejan vivir sola? - le pregunté sorprendido.
- Pues... Se supone que estoy en un pensión. Bueno, en realidad, es una casa para mi con una señora que tenía que cuidarme. Pero me quedé yo en la casa y llegué a un trato con la Sra. Ahora está viviendo con sus hijos cerca de ahí y de vez en cuando voy a tomar el té con ella. Le manda las cartas correspondientes todos los meses finjiendo que ella y una tropa de criados me vigilan y cuidan bien.
- Wow.
- No creas que no me costó convencerla. Pero la Sra. Dorothy es tan dulce. Comprendió de inmediato por todo lo que estoy pasando y me enseñó a cocinar y hacer todas las cosas de la casa. Fue muy buena.
- Mira. - le dije de repente mientras tomaba la cámara que llevaba colgada en mi cuello.
- ¿Qué...? - Fue entonces cuando Ammy vió, en lo alto de la copa del árbol en el que estábamos sentados, tres palomas mirándonos fijamente.
Tarde un momento en descubrir que no eran palomas de verdad.
Oh, mierda.
Sin preocuparme en disimular mi fuerza, salté desde lo alto de la rama en la cual estaba sentado y animé a Ammy para que saltara también.
- ¿Como diablos pudiste saltar? - me decía mientras tenía los ojos abiertos como platos.
- Ammy, por favor, bájate pronto.
- No puedo. Yo...
- Solo salta hacia mi. Yo te atraparé, pero apresúrate. - le rogué. Vi de reojo que las palomas se preparaban para volar hacia nuestra dirección.
A diferencia de lo que la mayoría pueda pensar, las palomas no eran seres celestiales ni nada de eso. Eran demonios disfrasados de estas aves.
Y me habían estado espiando.
Y ya que yo no me comportaba como el demonio que soy, los tres hijos de perra pensaban divertirse de lo lindo con Ammy.
Sentí como la furia me cegaba por unos segundos.
Nadie tocaría a mi Ammy.
- Damian... - Ammy parecía nerviosa. - las palomas ya no me parecen tan lindas. - me dijo mientras veíamos como las palomas comenzaban a decender hacia nosotros. Tenían un brillo absolutamente sádico en sus ojos tan parecidos al de los ratones.
- Ammy, por lo qué mas quieras, ¡Salta! - le dije rápidamente. - confía en mi.
Entonces Ammy me miró a los ojos y, con expresión decidida, salto de los cuatro metros de la rama en la cual habíamos estado sentados.
La tomé sin ningún problema entre mis brazos y me eché a correr lo mas rápido que pude.
Ammy me había rodeado inmediatamente el cuello con sus brazos y metido su cabecita en el hueco de mi cuello, con los ojos fuertemente cerrados.
A pesar del peligro en el que nos encontrábamos, no pude evitar notar lo que la cercanía de su cuerpo tibio provocaba en el mío.
Llegamos hasta la entrada del bosque y la bajé cuidadosamente a tierra.
- Quiero que me escuches muy bien, y que me hagas caso en todo, ¿de acuerdo?- le dije mientras le levantaba la barbilla para que me mirase. Milagrosamente, Ammy, en vez de protestar, aceptó sin protestas. - Corre lo mas fuerte que puedas y enciérrate en tu casa. Yo iré a ver después para asegurarme de que estés bien.
- ¿Cómo vas a saber dónde...?
- No importa. Te encontraré. - mi voz estaba cargada de sentimiento. - Solo vete, por favor. Y no hables con nadie ni te acerques a nada. Ahora vete.
- ¿Damian?
- ¿Si? - "¿Si, amor?" Estaba desesperado por que se fuera para así poder exterminar a los tres demonios que habían puesto sus ojos en Ammy.
Aun no notaban que estoy en un rango mucho más poderoso que ellos. Soy el príncipe de los demonios.
Y pronto se enterarían de la peor forma.
- Cuídate. - me pidió antes de irse. Su preocupación por mi me había derretido por completo.
En ese momento, vi como las feas palomas venían volando decididas hacia aquí.
- Shenitt, Sildemein. - dije furioso un instante antes de que las palomas cayeran como peso muerto al piso y se transformaran a su verdadera apariencia.
Y allí estaban, sus ojos, ahora, cargados de miedo al reconocer la orden de "detente, demonio" dicha por nuestro idioma, a la que solo respondían sin elección a alguien de la nobleza.
Eran jóvenes, no mas de docientos años, por lo que seguramente no tenían idea de quién era yo ya que me había desaparecido de las fuerzas del mal, por llamarlas de algún modo.
Solo los demonio antiguos y sabios, además de algunas criaturas distintas pero también con esas dos cualidades sabían quien soy yo de verdad.
- ¿Quién carajo eres y por qué nos interrumpes? - me dijo el pelirrojo, y al parecer el que dirigía a los otros dos. - No creas que una leve pelea con un tonto cómo tú nos detendrá.
- Walter, no seas estúpido. Es de sangre real. Si no, nos hubiese podido detener. - le dijo el rubio mientras se ponía de pie. Los tres andaban con unas capas color gris claro, por lo que eran apenas peones dentro del status de los demonios.
- ¡Cállate, Igor! Si fuese importante sabríamos de él. - dijo como si hablara con un retrasado.
- O quizá si sea alguien importante y no sepan de mi porque son un trio de imbéciles. - les dije sin inmutarme.
- ¡Eh! - exclamó molesto el de pelo castaño. - Ya verás cuando te demos tu merecido, demonio de cuarta.
- Truvarc - le dije mientras lo miraba en menos. Por mas que el demonio moreno movía la boca, no salía ni una palabra de esta.
- Oye Walter, vámonos. - dijo el demonio llamado Igor. - Solo la estirpe de Ababddon puede hablar el idioma y lograr que los demás le obedezcan.
- Tonterías. Ababddon solo tiene dos hijos, y los conocemos a ambos. Este debe ser solo un truquito.
- Y qué hay de aquél tercero del que hablan...
- Él mismo Ababddon admitió que ese está muerto.
Si, bueno. Somos demonios. Pero aun así duele enterarse de un forma tan brusca que para tu padre estás muerto.
Se acercaron los tres hacia mi, y entonces comenzamos a pelear.
La batalla no duró mucho. Eran demasiado jóvenes e ingenuos cómo para haber podido durar mas. Primero murió el moreno, seguido casi de inmediato por Walter.
Solo fue a Igor al que apenas erí y dejé con vida. Me daba lástima.
- Igor. - llamé al demonio que estaba profundamente asustado.
- ¿S-si? - me preguntó tembloroso.
- Si ves a Ababddon, dile que su hijo Damian no está muerto.
Después de eso, lo deje marchar.
Ya había anochesido, así que corrí y, guiado por el instinto, llegué a una bonita casa de dos pisos en la cual Ammy.
Me acerqué un poco nervioso y llamé dos veces a la puerta.
Escuché unos pasitos intentado hacer el menos ruido posible para acercarse a la puerta.
Después de un rato en el que me imagino que Ammy vio por la mirilla, la puerta se abrió bruscamente.
- ¿Qué te paso? - me preguntó Ammy nada mas verme.
- Me peleé.
- ¿Con las palomas? - la cara de Ammy denotaba incredulidad.
Ella no sabe lo que eres, Damian.
Y nunca lo sabrá, si puedo evitarlo.
- No. Con un chico que estaba intentando erir a un ancianita. - le mentí sin mas.
Ammy me estaba mirando con los ojos entrecerrados. Parecía sospechar.
Me quedé completamente inmóvil y, después de un rato soportando su escutrinio, sentí cómo suspiró resignada.
- Dejaré pasar esto, Damian, y no lo mencionaré otra vez. Gracias por venir a ver cómo estoy. Es muy lindo de tu parte. Hoy... me asusté. Fue extraño, pero lo comprendiste a la perfección sin necesidad de hablar.
Porque yo sabía lo que eran.
- De nada. - le conteste un poco avergonzado. - Te dije que vendría. Ahora me siento mas seguro. - en mi voz se notaba el agradecimiendo hacia Ammy porque no me hiciera preguntas.
- Pero Damian... - me dijo al ver que me daba la vuelta para irme.
- ¿Si?
- No creas que soy ingenua. - me dijo seriamente. - Se que eres distinto. Y no de un modo normal.
Después de eso, vi como Ammy cerraba lentamente la puerta de su casa mientras yo me quedaba parado afuera con mi corazón bombeando a mil por horas.
Ella sospechaba.

Musicaa (: